«Aún llevo tus marcas, que hago mías por llevarlas en mi piel. Pero yo no soy más que la simple portadora, la mera carcasa que las lleva. Las marcas son tuyas y, cuando las miro, si bien me retrotraen al momento placentero de recibirlas, siempre acaban llevándome a ti, a tu placer, a tu imagen gozando. Miro mis pechos marcados, mis pequeñas heridas, las distintas tonalidades y colores con los que has grabado mi cuerpo. Me entristece verlas desaparecer. Tristeza que palio pensando que cuanto antes se borren, antes podré pedirte que me regales otras. Yo, la que en un principio se negaba a ir marcada, casi ya no sé estar sin tu firma. Gracias.»
(del Libro Armarios de Cuero, de Olga Viñuales y Fernando Saez)